Los empresarios han leído la nueva demanda como el inicio del último intento de AMLO por hacer sentir su poder en el cierre del sexenio
La persecución contra Grupo México por parte del gobierno de Andrés Manuel López Obrador está causando mucho revuelo en círculos empresariales. La demanda penal contra esa empresa, encabezada por Germán Larrea, tiene como única intención encarcelar al empresario. Eso ha causado gran shock en la compañía, donde hay seguridad de que la remediación ambiental del derrame en el Río Sonora, en agosto de 2014, está completamente saldada y legalmente resuelta. Los empresarios han leído la nueva demanda como el inicio del último intento de AMLO por hacer sentir su poder en el cierre del sexenio. A ese respecto, si el gobierno triunfase sobre Larrea relativamente pronto y lo encarcela, la pregunta sería quién sigue. Y ése es un escenario que debe evitarse. Larrea está en el exilio, y hay quien afirma que ya debe ubicarse en un país sin acuerdo de extradición.
El Presidente se empecinó contra Larrea a partir de la reacción del empresario frente al decreto para expropiarle un tramo del tren Ferrosur, a fin de completar su proyecto Corredor del Istmo. En ese momento la orden fue buscar, a como diera lugar, un resquicio de oportunidad para inculpar al Grupo. Ese resquicio fue el derrame del río, ahora con la modalidad de ‘negligencia’ y desechando la versión del accidente.
Pero hay un segundo shock en la empresa minera y ferroviaria: la muerte del Ing. Xavier García de Quevedo, ocurrida hace 11 días, y quien fungía como el brazo derecho de Larrea. García de Quevedo fue quien originó buena parte de la estrategia del Grupo durante las últimas décadas y quien blindó jurídicamente cada uno de negocios en los que se involucraba la corporación. Su fallecimiento ha dejado un hueco que por el momento pareciera de tal dimensión que ha arrojado a la empresa casi con una nula capacidad de respuesta frente a la crisis derivada de la persecución gubernamental.
En el Río Sonora no hay contaminación. Eso es lo que señala la empresa y que el gobierno no cree. Pero este tipo de problemas deja dos lecciones grandes: corregir pronto su comunicación institucional, que ha sido muy limitada durante años; y generar aliados más allá de los canales formales. Ojalá no sea muy tarde para ello, sobre todo en el contexto de un Presidente que ya puso la mira en su premio mayor: encarcelar al segundo hombre más rico de México.
Carlos Mota / El Heraldo de México